Dedicado a: María Esneyder, Daniel Alfredo y a mí Madre

martes, 27 de noviembre de 2012

Libro Escribir para Aprender: Introducción


INTRODUCCIÓN:
Libro Escribir para Aprender "Cuentos que Cuento"

Los avances acelerados en el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación  (TIC), están generando cambios en la sociedad en muchos aspectos, uno de ellos el consumo por parte de las personas de aparatos tecnológicos, los cuales están produciendo nacientes herramientas de interacción entre los seres humanos y donde éstas tecnologías son soporte e instrumentos para su comunicación y relación social. La aparición del libro electrónico o libro digital (ebook = electronic book) y el activo crecimiento de la industria digital, con la circulación de libros virtuales y de equipos que facilitan la lectura de dichos textos, como Kindle y el uso de la tinta electrónica (E-ink) en algunos dispositivos donde se adopta el blanco y el negro como imitación de la tinta y el papel, facilitan la visualización de textos en pantallas de diferentes aparatos electrónicos. El Internet con su rapidez en la comunicación instantánea con flujo de información desde cualquier parte del mundo y con la facilidad de elaborar páginas web y blogs ha permitido que los individuos dejen de ser exclusivos consumidores de información y productos a constituirse en productores de información, como también a compartir saberes. 


martes, 23 de octubre de 2012

Libro Escribir para Aprender: Cuentos que Cuento


A mis lectores y Seguidores:

"Siempre me ha gustado escribir, pero publicar un libro hace pocos años atrás era bastante costoso y no todos los habilidosos escritores podían publicar sus obras; rompiendo el esquema aprendido por años, me atreví hace algún tiempo a publicar mis escritos a través de la red. En Blogger creé el Blog “Escribir para Aprender”  y el día 31 de agosto de 2011 publiqué mi primera entrada."

Escribir para reencontrar el gusto por la vida, escribir para aprender a valorar la vida. Con la creación de éste Blog  comenzó una aventura con la experiencia de escribir, espacio virtual donde he publicado mis cuentos, algunos escritos antes de la experiencia virtual y luego todos los escritos para la virtualidad. Éste libro por consiguiente nace como primera opción en el mundo de la virtualidad para la sociedad de la información y la comunicación y seguramente no perderá su carácter virtual aunque se impriman algunos o muchos ejemplares en papel.
 
¡Ahora todo lo publicado en éste Blog hasta la fecha, lo puedes tener en el formato de libro impreso!
 

  En la publicación de papel encontrarás una pequeña variación y es que en ésta edición impresa se incluye dos cuentos no publicados en la red, titulados “Caballitos de Ráquira” escrito en el año de 1989 y “Recuerdos” (2007) cuento donde se narra la dura situación de un alcohólico, éstos cuentos junto con “Parches Azules” (1997) conforman el primer capítulo de cuentos antes de la virtualidad. Para la presente edición se ha revisado los textos publicados en la red.
 
 
 
 
!Adquierelo¡ a través de Autores y Editores:
 
 
Quedo atento a sus comentarios.
 

Serie Cuentos Sueltos: 24 Horas

24 horas
 
   Luego de pensar un momento eterno, miró a su alrededor pero la oscuridad del amanecer no le permitía reconocer aquella fría y olvidada habitación. Su ropa aún con rastros de barro e impregnada de sudor lo alertó un momento de su larga travesía por el camino de piedra y lodo que conducía del pueblo fantasma perdido en las montañas a la vereda donde siempre había anhelado visitar por las leyendas que continuamente se habían contado de aquel inhóspito lugar olvidado por la cartografía moderna; su fama era tal que los sucesos de la última semana lo llevaron a postularse ante la solicitud del comandante encargado de la seguridad de aque-lla misteriosa región abandonada por las autoridades de la capital. Recordó las dificultades antes de arribar al pueblo como el tiroteo en la carretera a media hora de la llegada, un grupo de hombres encapuchados que venían en el mismo autobús en un intento de robo a los pasajeros, con amenazas y palabras soeces que penetraban los huesos de los viajeros, amenazaron con herir al que se opusiera a la entrega de las pertenencias, un hombre de anteojos oscuros sentado en el último puesto que da a la ventana observo sereno la actitud de los delincuentes que lideraba un hombre de baja estatura y robusto que cubría su rostro con una pañoleta roja y que em-puñaba un cuchillo grande con doble filo, éste apuntó con el arma en el cuello de una mujer anciana vestida con traje típi-co de la región y que lloraba a torrentes casi al borde del desmayo -no me lastime, llévese lo que quiera- dijo con un gemido agónico. Recuerda con desolación como el hombre de anteojos oscuros disparó con certeza en la nuca del líder el cual se desplomó en el acto; los individuos que se encon-traban requisando a los demás pasajeros en un acto intuitivo se bajaron del vehículo y comenzaron a disparar contra las latas del transporte, mientras gemidos de terror se escucha-ban desde el interior, el hombre de antejos ordenó con voz de mando -todos al suelo- y respondió los disparos que venían de afuera, con tal fortuna que con un solo disparo derribó a dos de los atracadores, los dos restantes al ver caídos a sus pandilleros huyeron entre la oscura maleza que se los tragó con el mismo miedo de los pasajeros ultrajados, con el chofer del automotor muerto no tuvo más opción que conducir hasta el pueblo, al llegar todos los pasajeros bajaron despavoridos salpicados por el miedo, el hombre de anteojos siguió por un callejón aledaño donde la oscuridad se lo devoró.
  
   Mira su entorno y siente un fuerte dolor en las rodillas, dolor grabado en su mente debido a las caídas que sufrió cuando caminaba por la tortuosa vereda que lo condujo al caserío donde empezaría su investigación una vez el sol sa-ludará el nuevo día, al levantarse se asoma a la puerta cubier-ta de oscuridad que mira hacia el oeste, las nubes grises del amanecer abrigan la geografía de la región, él avanza hasta el patio de tierra y piedra y sus ojos se desplazan por el entorno tratando de descubrir las formas ocultas, misteriosas; vuelve sus ojos hacia un costado y nota una construcción en piedra, empuja la puerta de madera que se arrastra contra el piso de tierra y siente un olor a leña quemada que viene de uno de los rincones del lugar, alcanza a ver la brasa de un leño que se quema lentamente y sobre él una olla que se posa sobre piedras dispuestas para sostenerla, una sonrisa muda lo estremece, y se unen a ella voces que se desplazan por los diferentes costados de aquella posible cocina, se recuesta contra la pared de piedras y manos ausentes empiezan a tocar todo su cuerpo, quiere alcanzar la puerta por donde ingreso pero ésta ya no está, el fogón sigue encendido y la brasa arde con más intensidad, las risas que provienen de ningún lugar ahora se escuchan con mayor intensidad y cantidad; mientras el aire de un susurro invisible toca su oreja mientras pronun-cia los nombres de todos sus seres queridos en un vaivén melódico; sus ojos se concentran en el fogón rojo amarillo y su mente comienza un viaje por los momentos más trascen-dentales de su vida ve pasar por los ojos de la mente como una especie de resumen de su existencia, luego de mucha luz aparece de nuevo la oscuridad que se lo absorbe para mos-trarle los errores cometidos en la vida; sus ojos inundados en lagrimas observan como pide perdón por las acciones que le hicieron daño a otras personas y su mente se colma de per-sonas que sentadas a su alrededor le escuchan como estatuas legendarias petrificadas por algún extraño miedo, angustiado por sus miradas acusadoras empieza a correr pero no corre permanece en el mismo sitio estático, mudo inmovilizado por algún pecado antiguo. Abre sus ojos y la luz brillante del trópico resiente sus pupilas, siente algo de frío mañanero, un concierto lejano de aves lo serenan por un instante, desnudo se sienta sobre el pasto rociado de alborada y vuelve a pensar sobre lo sucedido en las últimas 24 horas. Respira y se calma.
 
 
Bogotá desde Monserrete, 2012. Imagen editada. Foto: Jesús Rodríguez

 

viernes, 5 de octubre de 2012

Serie Cuentos Sueltos

Bogotá, D.C. Septiembre 11 de 2012

 
Escapando
Las olas van y vienen cogidas de la mano, el viento coqueto las empuja a la arena cálida y tropical de la orilla de la playa. Dos hombres de piel rojiza se acercan a la mujer que se abriga con la sombra de una palmera octogenaria; los miedos del pasado invaden los pensamientos de la mujer. Los recuerdos de su vida en Quito le hacen prever lo peor; Octavio en sus instantes finales de su vida terrenal le había advertido de los hombres del 'caimán' el temido jefe de la banda de malhechores que se habían apoderado de las calles de la ciudad, él había recibido un disparo que tocó su corazón mientras miraba las vitrinas en la Avenida Amazonas, cerca al trabajo de su esposa. Recuerda cuando la tomó de la mano y la acerco para decirle al oído -ten cuidado, la próxima eres tú, vienen por ti- y poco a poco su voz se apagó con un 'te amo' incoloro. Luego ella se alejó del hospital donde el cuerpo inerte de Octavio quedó abandonado; unos días después ella escapó del país por tierra. Tres días de viaje duro su huida hacía el país cafetero, escapando del abandono y la soledad. Su vida con Octavio había sido normal sin mayores contratiempos, vivían en una casa muy cómoda en las cercanías del aeropuerto, hasta que conocieron al 'caimán' quién controlaba todos los negocios sucios de la ciudad, su esposo llegó a depender tanto del consumo de drogas que sus deudas aumentaron hasta tal punto que lo perdieron prácticamente todo convirtiéndose en un fugitivo de la banda del 'caimán'.
 
Su pensamiento fugitivo la llevó a recordar una conversación con Octavio mientras recorrían en auto la avenida 10 de Agosto, donde su esposo con la sonrisa nerviosa que siempre había tenido desde que se conocieron en el Parque El Ejido un domingo de noviembre, años atrás en el tiempo; él le pedía que se fuera del país porque sus vidas corrían peligro de seguir viviendo en Quito; en aquella ocasión ella se negó a dejar la ciudad y en especial a su esposo, pasaron los minutos atrapados en un silencio mudo, mientras él se concentraba en la vía y su automóvil. Se resignaron a esperar lo peor, ya la noche empezaba abrigar la ciudad y la luz artificial amarillenta se apoderaba del trono que abandonaba el sol. Ya en casa después de la cena distante se abrazaron    resignados a la espera de la mañana ausente. Ella resignada por la adicción de su esposo a las drogas y el alcohol se despidió en la aurora de él con un beso en la frente y salió a trabajar.
 
El hombre más alto y moreno le hablo con acento conocido por ella y el miedo se apoderó de su ser mientras una ola coqueteó con su pie enterrado en la arena -Señora acompáñenos - dijo el hombre con voz tenebrosa, mientras el otro hombre mostró por debajo de su camisa un arma vieja y misteriosa, su respiración se ahogó en si misma en tanto su corazón parecía estallar de angustia; por una calle de Santa Marta abrigada por el sudor del mediodía y sujetada fuertemente por los dos hombres entre la multitud caminaron hasta un viejo hotel del centro; ya adentro le indagaron por sus actividades y por el dinero que Octavio debía al 'caimán'. -Un no sé nada- se escapó de su garganta sellada por el miedo, mientras sus manos se aferraron a las de Octavio y juntos corrieron como la primera vez en el parque; solo escuchó, que no había más ruido y durmió tranquilamente en los brazos de su amado.



Por: Jesús Rodríguez
 
Santa Marta. Foto: Jesús
 

domingo, 2 de septiembre de 2012

Serie Cuentos Sueltos: Cuento Corto

Bogotá, D.C.  Septiembre 02 de 2012

“Cuando el dolor depende de otro”

UNO
Caminó hasta el final del callejón y no miró hacia atrás, una gota de sudor recorrió su espalda. Un vago recuerdo paso por su mente como una ráfaga de luz, la sangre húmeda congelaba sus manos; su ropa evidencia momentos de angustia, aún se sienten   las huellas de un enfrentamiento. Su mirada ausente y sin brillo deja escapar un sentimiento de odio, de dolor y resentimiento; se desploma sobre si mismo y se ausenta poco a poco, se deja llevar, no opone resistencia, lo abandonan sus propias fuerzas y se interna en un dulce sueño, ya no es él, es otro; inerte.

DOS
Apoyándose contra la pared y caminando lento, adolorido y confuso se desploma contra el piso. Los transeúntes sin conmoverse  y ausentes pasan por el lado - ni lo miran -. El dolor en su pecho le corta la respiración, recuerda con angustia como su amigo se enfrentaba a los delincuentes y como éstos lesionaban a su - compañero de batalla - como solían llamarse mutuamente. Su mano que aprieta su estómago no puede detener la sangre, mientras ésta se escapa, su vida también; se deja llevar por un dulce sueño, mientras la calle queda sola.

Por Jesús Rodríguez

Jesús Rodríguez, Sin título. 1987. Acuarela, técnica mixta sobre papel, 23,6 x 21,9 cm.
Colección del artista, Bogotá, D.C. 
 


sábado, 16 de junio de 2012

Serie de cuentos cortos: Sin memoria ni recuerdos

Fusagasugá, Junio 15 de 2012
Serie de cuentos cortos: Sin memoria ni recuerdos

Continuando con la serie de cuentos cortos presento a continuación nueve cuentos cortos, los cuales han surgido como una experiencia de escritura, sin mayores pretenciones que las de vivenciar a través del acto de escribir el goce de crear, éstos cuentos los publico sin revisiones y como anécdota, comento que esta última serie la escribi utilizando las nuevas tecnologias de la información y la comunicación, escribí utilizando una tablet. También que mis primeros lectores fueron mi hijo Daniel y mi esposa María Esneyder. Deseo que los disfruten así como yo. Gracias.

Paisaje "Camino a Pasca" Foto: Jesús

Olvido
La noche cobijo la tarde amarilla. Sus ojos tristes miraron al final del callejón; sus pies se hundieron en el barro húmedo, amarrando su destino al frio, lejano, solitario. Su pensamiento nublado por la llovizna, lo arroja al piso, se desmaya, se olvida de todo.

Despedida
Sus manos se aferraron a la quimera. Se desprendió, se soltó de la baranda del puente, su cuerpo levito sobre la nada, mientras el aire lo arropaba con su cálida bienvenida; él en su ardoroso seno se dejo arrullar, mientras se olvidaba de si mismo.

Amar
Sus labios, mojados en pasión se unieron a los míos como si nunca nos hubiéramos conocido, mis manos se unieron a su piel como si nunca hubieran bebido del amor; mi piel se hundió en su piel como si nunca hubiéramos bebido del vino del placer.

Espera
El semáforo en rojo indica la parada obligatoria, ella espera al borde del andén y todos los demás van y vienen, en tanto, otros también esperan la oportunidad de cruzar la calle; la luz del semáforo cambia amarillo y ya luz verde. Todos pasan, ella permanece allí, esperando su oportunidad para pasar la calle.

Sombras
Su cara grasosa, se asomo a la ventana y trato de mirar a través del vidrio martillado dejando una huella de sus poros sobre la superficie rugosa; al otro lado de la ventana la sombra de dos cuerpos se confunden con la oscuridad y desaparecen en el cuarto del fondo. Un hombre se aleja al final de la calle.

Caja mágica
El televisor se apaga y la oscuridad se extiende por toda la habitación, inundando de olvido los recuerdos de aquel espacio, espacio ausente de seres humanos.

El gato
Un ruido en el tejado, despertó a la pareja que dormía en el sofá, el hombre se asomo al patio de atrás y vio una sombra felina desplazarse ágilmente sobre el árbol del jardín, ella ya había puesto agua en el fogón para el tinto, sonrió y se abrazaron.

Araña
La luz del pasillo se desvanecía con el atardecer, un rayo fugaz de sol se desplaza sobre la pared blanca, una araña espera en un agujero, el pasillo se oscurece y una mosca cae en la telaraña, ella la abraza, mientras saluda la llegada de la noche.

Por: Jesús Rodríguez

Fusagasugá, Foto: Jesús

Fusagasugá, 16 de junio de 2012
Serie de cuentos cortos: Sin recuerdos ni memoria

La herida
Su mirada triste se refugio en un rincón de la habitación, el sol se colaba por un pequeño agujero de la gruesa cortina, dibujando en aire polvoriento un delgado haz de luz. Miro a la pared del otro extremo y no reconoció la pintura desgastada por el tiempo y la humedad, un olor a olvido entro por su nariz, comprendió que no era el mismo día, que las horas habían avanzado sin su permiso. Trato de sentarse y un chirrido del sofá parecía detenerlo.
Lo intento nuevamente y por fin se pudo sentar, el olor a sangre seca le hizo que mirara su pierna, la angustia y el dolor le trajeron entre brumas el vago recuerdo de las risas, el licor y una mujer morena, delgada y mas alta que él.
Se levanto como pudo y se dirigió a una vieja cocina -bueno a lo que pudo ser en otro tiempo una cocina- abrió la llave del lavaplatos y enjuago la herida, así también, lavo los recuerdos de la oscura noche.
Por: Jesús Rodríguez

jueves, 22 de marzo de 2012

Sin memoria ni recuerdos: Serie Cuentos Cortos (6)

Bogotá, D.C.
Mayo 24 de 2010

Cuento Seis (6)




Lo miró a los ojos y él sin saber lo que le esperaba, respondió aquella mirada, en tanto ella lo recorrió poro a poro como investigando el origen de aquel ser; sin esperar él la acaricio con la mirada, mientras su respiración se aceleraba al ritmo de cada vello de la mujer, con un leve coqueteo ella se retiro del recinto, como el fuego que arde al interior de la montaña; el hombre se consumía en el olvido de un juego inocente, donde el amor no existe y ella tampoco.

Por Jesús Rodríguez

"...se consumía en el olvido..." Foto: Jesús 

domingo, 18 de marzo de 2012

Sin memoria ni recuerdos: Serie Cuentos Cortos (5)

Fusagasugá, Cundinamarca
Marzo 18 de 2012

Cuento Cinco (5)





Los niños saltan al agua fría de la piscina, en tanto el sol camina sobre las nubes; el ruido del agua manifiesta la felicidad de los bañistas en ondas de  alegría que en un vaivén se acercan y se alejan sobre la superficie del agua. Un árbol legendario da la bienvenida a una sombra tímida que abriga a una pareja en vestido de baño húmedo que descansa plácidamente a un lado de una cerca natural; una mariposa amarilla se acerca con entusiasmo a la orquídea que brilla entre blancos y lilas, ella se mece suavemente con cierto coqueteo con la brisa del mediodía; un suspiro se escapa de la mujer sentada a la sombra andante del árbol. Él la mira enamorado. La mariposa se aleja sin hacer ruido.

Por: Jesús Rodríguez

"Una mariposa amarilla se acerca con entusiasmo..." Foto: Jesús 



viernes, 16 de marzo de 2012

Sin memoria ni recuerdos: Serie Cuentos Cortos (4)

Bogotá, D.C.
Enero 24 de 2012

Cuento Cuatro (4)

El ascensor desciende del décimo piso y hace una parada en el piso cuarto, donde una mujer bella y joven lo aborda; un hombre maduro de ojos verdes, la mira profundamente, hasta el deseo, ella baja la mirada con timidez. Luego se van. 

Por: Jesús Rodríguez

Se van... Fotografía: Jesús

Sin memoria ni recuerdos: Serie Cuentos Cortos (3)

Bogotá, D.C.
Enero 24 de 2012

Cuento Tres

Caminando por la playa, sus pies se hunden en la arena blanca, dejando sus huellas marcadas en la humedad; que una ola salada borra para siempre.

Por: Jesús Rodríguez

Atardecer. Fotografía: Jesús

Sin memoria ni recuerdos: Serie Cuentos Cortos (2)

Bogotá, D.C.
Enero 24 de 2012

Cuento Dos

El sueño se apodera de sus fuerzas y todo su ser se sumerge en las profundidades de la nada.



Por: Jesús Rodríguez

Ilustración: Jesús

Sin memoria ni recuerdos: Serie Cuentos Cortos (1)

Bogotá, D.C.
Enero 23 de 2012

Sin memoria ni recuerdos
Serie Cuentos Cortos

Cuento Uno

Subió por la escalera de prisa, sin detenerse a reparar un instante en su entorno; su corazón agitado no se lo permitía; sus oídos escucharon un último disparo; una bala viajó por su cuerpo sin permiso, atravesándolo por una pierna, cae pesadamente al piso, su rostro lavado en sudor deja escapar una expresión de horror y angustia; así, no había soñado su futuro.

Por: Jesús Rodríguez

"...su rostro lavado en sudor deja escapar
una expresión de horror y angustia..."

Ilustración: Jesús
 

miércoles, 14 de marzo de 2012

El último cuento corto de una serie de 22 Cuentos Cortos

Publicó el último cuento de una serie de 22 Cuentos Cortos, que inicie hace unos meses atrás, no me considero escritor ni nada parecido, pero me gusta el ejercicio de escribir y opté por crear éste Blog como un espacio alternativo para publicar mis escritos, desde luego respentando a los escritores profesionales y que viven de éste oficio de contar vida a través de la escritura. Con éste cuento termino la serie de 22 que escribí hace un año aproximadamente. Gracias por leer, a sí mis escritos no querán en el vacío.


Marzo 29 de 2011

XXII.
Por la amplia avenida, los dueños de la velocidad circulan en sus automóviles y entre tantos un pequeño taxi amarillo. Una animada charla calienta el ambiente al interior del auto; mientras el frío gris de la capital se apodera de los huesos de sus habitantes. La conversación se torna algo íntima, pues, el conductor le confiesa a su pasajero que ha perdido a dos esposas por su trabajo. Se interrumpe la conversación. Suena en el aire una melodía que proviene de un teléfono celular. El taxista con apariencia de abuelo bonachón, le pide a su pasajero ubicado en la silla de atrás, que por favor le conteste el celular, porque no quiere infringir la ley, le insinúa a su pasajero; éste lo toma con toda confianza y al momento de oprimir la tecla de aceptación de la llamada una fuerte descarga eléctrica lo paraliza, hasta hacerlo perder el conocimiento. Aturdido, se despierta en un lote baldío. Ausente de sí mismo, trata de levantarse del piso húmedo, pero, su propio peso lo derriba. Pasados los minutos, siente que las cosas no van bien. Su mente nublada trata de recordar algo. - ¡Ha!... ¡ya!... - Exclama. Viene a su memoria un torrente de recuerdos. El beso de despedida que le dio a su novia en el centro de la ciudad después de cenar juntos; -¿Pero qué paso luego? Se pregunta asimismo; no obtiene respuestas. Palpa sus ropas, le faltan los zapatos. Insiste y no encuentra su billetera, sus bolsillos están limpios. – ¡Me robaron!


Por: Jesús Rodríguez

Ilustración - Bolígrafo: Jesús 

domingo, 11 de marzo de 2012

Cuento 21 de 22 "Cuentos Cortos"

Marzo 28 de 2011
XXI.

Su desnudez le causo vergüenza, se dio media vuelta y se tapó la cara con la oscuridad de la tarde. ¿Qué paso, no recuerdo nada? –Se preguntaba inquieta-. Alzó la mirada, y vio a su alrededor personas que alarmadas y curiosas la observaban. Oculto con una mano su genital y con la otra sus senos. ¡Dios! ¿Qué me paso? –Grito-. Un hombre viendo la insolencia de los concurrentes se quitó su saco y arropó a la mujer tirada en el piso frío de la acera. –Tranquilícese señora- le dijo el hombre, tratando de calmarla; su llanto inundaba la calle. Alguien de la multitud curiosa, estiro la mano y le ofreció una botella con agua. –Tome un sorbo-  le dijo con comprensiva voz el hombre, que ya había logrado sentarla sobre el andén. Voces femeninas exigían, la presencia de la policía; otras, pedían el número telefónico de la casa de la víctima. La soledad y la angustia cobijaban los recuerdos de la mujer, que aún naufragaban en una nube de olvido. Una vecina del lugar se acercó con ropas para la mujer. –Venga se viste- le exigió con voz ronca. Al rato, con su cuerpo cubierto y a salvo de las miradas morbosas, fue conducida a la estación policial. El llanto y la vergüenza no paraban.

Por: Jesús Rodríguez

"Oculto con una mano su genital y con la otra sus senos"
Dibujo: Jesús

lunes, 6 de febrero de 2012

Publico el Cuento 20 de 22 Cuentos Cortos

Marzo 24 de 2011
XX.
El beso estremeció su piel. Lo miró fijamente a los ojos, como buscando una respuesta a tan valiente osadía. Él no respondió. Simplemente la volvió a besar y su respiración se volvió una sola con la de ella. Se tomaron de la mano y caminaron a lo largo del Parque Nacional.


Por: Jesús Rodríguez

Jardín Botánico, Bogotá, D.C. Foto: Jesús


viernes, 13 de enero de 2012

Publicación del Cuento N° 19 de una Serie de 22 Cuentos Cortos

Marzo 22 de 2011
Bogotá D.C. Colombia

XIX.
El aturdimiento se apodera de la casa y sus alrededores. Un aire de tristeza y melancolía se apropia de las almas.  Las voces dicen “que le pegaron una puñalada en el pecho”, se escuchan gritos, llantos confundidos en la multitud muda. -¿Qué pasó?- Se pregunta un grupo de muchachos alarmados por la noticia, agrupados en la esquina del barrio, donde queda la panadería. Donde minutos antes, reunidos tomando refresco un grupo de jóvenes compartían y armaban el equipo de futbol con el que jugarían al día siguiente, con el equipo del barrio del otro lado de la quebrada. Kike, llevaba puesta la camiseta de su equipo de futbol preferido, “la roja” de la que decía con orgullo sacando el pecho –la roja, la llevo en la sangre, la llevo en el corazón y mi alma, hasta la muerte-. Ese era el grito de batalla. Un vecino enfurecido, enceguecido por la pasión del deporte “rey”, atacó al joven frente a su casa con un puñal, manchando de rojo la camiseta; la intolerancia, la ignorancia acaban con la vida.

Por: Jesús Rodríguez

lunes, 9 de enero de 2012

18 Cuentos

Marzo 21 de 2011
XVIII.

Una paloma surca el aire protegiéndose. Un tímido rayo de sol se oculta al oeste. La tarde lluviosa se entristece, un hombre anciano con vestido negro y protegido por un viejo paraguas, deja sus huellas sobre los charcos que se hacen en la abandonada calle, la que se empina abrazando la montaña. Saca del bolsillo interno del viejo saco oscuro, una caja arrugada de aguardiente, desdobla la esquina triangular y toma un largo sorbo. Sus pensamientos alejados de la realidad, balbucea palabras sin sentido para los otros, pero, de trascendencia para él. Por su mente alcoholizada por el odio, viven varios inquilinos, los que rondan por sus recuerdos envenenados, por las múltiples habitaciones que le alquiló a la memoria.


Luego de ascender la larga calle, abre una puerta de lata oxidada que se arrastra contra la tierra húmeda, la oscuridad lo absorbe, entra en la casa de cartón y madera. Un viejo colchón tirado en una esquina, con las cobijas al azar; se tira sobre su cama, mira el techo de materiales reciclados, una gotera cae, sobre su frente. El cansancio lo absorbe, el alcohol lo anestesia, se queda dormido.

Por: Jesús Rodríguez

17 Cuentos

XVII.



La mariposa se posa sobre el mesón de hormigón. Agita sus alas de colores, el niño emocionado la ve, la admira, trata de cogerla, ella esquiva inicia su vuelo, se va.



Por: Jesús Rodríguez


Mariposa. Foto: Jesús

Cuento 16 Cuentos

Marzo 20 de 2011
XVI.



La pelota rueda sobre el césped. Más arriba se encuentra una pareja traviesa; sentados con sus ropas húmedas de pasión. Es domingo en la tarde y los vendedores de paletas, conos y helados aprovechan el calor que hace en el momento para vender los refrescos. Los niños se acercan entusiasmados a los carritos de colores, mientras sus dueños hacen sonar el tilín, tilín de sus campanas. El sol cae perpendicularmente sobre las cabezas de los veraneantes; vestidos de todos los colores animan el carnaval festivo. Sentados, ocultos en la sombra del árbol más grande, los amantes siguen fundidos en un solo beso, las manos descubren al otro, al desconocido, a la deseada y al deseado; se buscan en la sombra de la tarde, junto al viejo árbol de nogal. Labios humedecidos, piel temblorosa, manos inquietas. Besos luminosos que agitan el corazón. Una pareja de ancianos miran a lo lejos, se toman de las manos y se miran tiernamente. La pelota pasa a su lado, mientras una tropa de niños corre tras ella. La pelota huye de los niños. Los ancianos se encuentran. Los amantes se emparejan. Él toma sus pechos agitados; ella lo acepta. Él acaricia su vientre húmedo; ella lo desea. La pelota saltarina golpea la pierna de ella; llegan los niños por la pelota. Se van y los amantes se quedan.


Por: Jesús Rodríguez