Dedicado a: María Esneyder, Daniel Alfredo y a mí Madre

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Surrealismo[1]

I
Lo único que me acompaña en estos momentos, es la soledad de la noche, sentado en la cama veo como corren los días y aún no llegan las cosas que me hagan sentir bien. Advierto que la tierra gira en sentido contrario. Siento tristeza de las cosas y de las personas que me rodean, he asumido mi papel de humano, como esa pequeña molécula que habita en ese gigantesco ser llamado universo.
II
La tierra me aplasta, creo que no soy yo, me equivoqué de mundo, me equivoqué de tiempo. Una voz interna me dice “Usted sufra y sufra y yo goce y goce”.
III
Ahí estabas de carne y hueso llena de vida y amor, yo tu amante de otro tiempo. Yo ahí frío como el cemento, muriendo por dentro y tú en otro universo.
IV
Tengo que luchar contra todo, contra la pobreza, contra la castidad, contra cada barrera que se pone en mi camino; hasta contra el amor.
V
Experimento risa cuando tomo el esfero y quiero aparentar de escritor, aunque es atrayente, pero cuando pienso que tengo que estudiar para el examen de historia del arte; ahí, ya no es muy agradable, pero cuando veo un libro como el que está sobre mi mesa, siento deseos de leerlo.
VI
¿La fotografía para qué sirve? Ese artificio muestra como somos realmente, con nuestros verdaderos defectos, en lugar de arreglar las cosas, más bien las estropea, por eso yo no me tomó fotografías. El otro día la loca de Rosalinda, me fotografió en pleno baño, dándome una ducha, por su puesto, creo que es, una toma bien lograda, como para hacer parte en la historia de la fotografía; porque, a lo mejor del susto la mujer enfoco la barra de jabón. Creo que debe ser una gran toma, por la imagen limpia. Entonces ¿La fotografía para qué sirve? ¾Aún no lo sé.
VII
Mediodía. Hace un instante terminé de tomar la sopa (que alimento tan exquisito), ya estaba con hambre. Que mesa bien arreglada, con un mantel rojo que cubre toda el mueble y uno blanco más pequeño, formando un rombo en el centro, sobre éste una canasta de mimbre, donde venía el pan; un salero y un recipiente pequeño de madera, que contiene el ají y claro, también la cuchara de palo. Desde el sitio donde me encuentro, veo ingresar a dos personas, un hombre y una mujer. La mesera trae mi plato con arroz, garbanzo, papa, carne, ensalada y continúo mi almuerzo ¾¡buen provecho! Pasan varios minutos. Mira… lo que queda del almuerzo, medio vaso de gaseosa, que lástima que se a cabo, estaba muy rico, nada despreciable. Pues, el dinero con que voy a pagar, no es mío, ni me lo he ganado. Julián medio los cuatrocientos pesos para pagar el almuerzo y eso que solo fui a la calle 27 sur, a traerle unas molduras para enmarcar 2 pinturas. Miro por la ventana y veo cruzar los automóviles, que van por la avenida. Hace sol, éste ilumina las fachadas de las edificaciones del sector. Veo entrar a otro necesitado, se sienta en la mesa del fondo y me levanto y salgo a la calle a vivir.
VIII
Soñé con personas alrededor de una mesa, hablaban sobre el concurso de chistes, luego sin darme cuenta, estaba en una habitación con una mujer, escenas eróticas, senos, pezones y sudor; ésta no era una habitación cualquiera, era el taller de pintura en la universidad y muy cerca estaban los otros estudiantes. Después, aparecí en una escena, marchando detrás de una novia vestida de blanco, con una larga cola y en su extremo caminaba yo, nos acompañaban muchos niños, caminábamos por un paisaje de laderas y prados; luego transitamos por un camino de herradura, la tierra era roja. Sin darme cuenta estaba en una avioneta y a ésta la capitaneaba un insecto (para ser exacto un sancudo), al rato la nave se vino a pique y caímos a un sótano o a una especie de laberinto. Seguido sin querer aparecí frente al estadio de futbol, tomando Coca-Cola con tres de mis mejores amigos, hicimos trampa y nos fuimos.
IX
Caminaba por una interminable carretera, pasaban lunas y soles y transitaba por el sendero y seguían pasando las lunas y los soles mientras viajaba. Cuando iba cruzando una luna, después de haber pasado muchas lunas y muchos soles, me senté a un lado de la extensa vía, no sé qué tiempo pasó y me quede dormido. No sé cuántas lunas y soles cruzaron y yo seguía durmiendo y ahora no sé sí estoy despierto o estoy soñando, mientras descifró este dilema, seguiré caminando por ésta prolongada autopista.
X
No recuerdo el último sueño, tan sólo me acuerdo que estaba dormido y me desperté a medianoche y la imagen que quedó en mi mente, fue la de un… (Se me olvido.)
XI
En éste momento son las 3:00 p.m. y estoy en la oficina de la facultad con las secretarias, sentado sobre mi propio ocio, escuchando las teclas de las máquinas de escribir y las pendejadas que hablan las diferentes personas que pasan por la oficina. Miró a mi izquierda y una señora gorda y colorada, sentada ante una máquina de escribir, saca la lengua y más allá una mujer morena llama por teléfono y miró a mi derecha y al fondo una señora de edad abre la boca y bosteza; miró el reloj colgado de la pared y marca 20 minutos para las 4:00 de la tarde.
XII
Sentado en la mesa del comedor, veo pasar deliciosos panes al otro lado de la ventana, que da al jardín. Parecen objetos voladores no identificados; no lo son. Son apetitosos platillos comestibles, saco la mano a través de la ventana y tomo uno, cuando lo agarro éste se escurre entre los dedos. Miró a través de la ventana y se despiden de mí, dando unas sonoras carcajadas desvaneciéndose en el aire y en el espacio interior de mí estómago.
XIII
Un vaso con agua me saluda. ¡Hola, que tal! Me dice con tono burlón. No muy bien, respondo con seriedad. Lo miro de reojo y éste se corre juguetón a un extremo de la mesa, lo sujeto con fuerza y lo ubico nuevamente en su lugar. «Por favor» Me dice con voz angustiada y agrega «Hermano déjenos caer al vacío», pero era demasiado tarde; ya me había tomado el agua.






[1] Cuentos escritos entre Julio de 1989 y Septiembre de 1990

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