Marzo 14 de 2011
IX.
Sus ojos verdes se iluminaron de ilusión pasional, al verlo llegar. Él indiferente se sentó al otro extremo de la mesa ovalada, su superficie lacada refleja los rostros tristes de los demás habitantes pasajeros del luminoso lugar; las sillas azules acolchadas relajan cómodamente a sus ocupantes que descansan a ratos, mientras se toman un tinto entre chisme y chisme. Pasan los minutos y los ojos verdes coquetos insisten en encontrarse frente a frente con los ojos del hombre deseado, él incomodo evita mirarla cara a cara, un sudor bañado en alcohol se escapa por sus poros; sus manos tiemblan, en tanto su piel huele a ella; su mente confusa trata de recordar los últimos instantes de la noche anterior, sin lograr recordar nada. Ella desesperada por sentir sus labios sobre su piel, insiste en encontrar la mirada que la noche anterior la sedujo hasta la locura de la carne humedecía de pasión, su aliento deja escapar un sabor amargo de vino y copas. Él se aleja por la puerta de la sala y desaparece al fondo por el pasillo del segundo piso, empieza hacer frío y la tarde empalidece.
Por: Jesús Rodríguez
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