Marzo 28 de 2011
XXI.
Su desnudez le causo vergüenza, se dio media vuelta y se tapó la cara con la oscuridad de la tarde. ¿Qué paso, no recuerdo nada? –Se preguntaba inquieta-. Alzó la mirada, y vio a su alrededor personas que alarmadas y curiosas la observaban. Oculto con una mano su genital y con la otra sus senos. ¡Dios! ¿Qué me paso? –Grito-. Un hombre viendo la insolencia de los concurrentes se quitó su saco y arropó a la mujer tirada en el piso frío de la acera. –Tranquilícese señora- le dijo el hombre, tratando de calmarla; su llanto inundaba la calle. Alguien de la multitud curiosa, estiro la mano y le ofreció una botella con agua. –Tome un sorbo- le dijo con comprensiva voz el hombre, que ya había logrado sentarla sobre el andén. Voces femeninas exigían, la presencia de la policía; otras, pedían el número telefónico de la casa de la víctima. La soledad y la angustia cobijaban los recuerdos de la mujer, que aún naufragaban en una nube de olvido. Una vecina del lugar se acercó con ropas para la mujer. –Venga se viste- le exigió con voz ronca. Al rato, con su cuerpo cubierto y a salvo de las miradas morbosas, fue conducida a la estación policial. El llanto y la vergüenza no paraban.
Por: Jesús Rodríguez
"Oculto con una mano su genital y con la otra sus senos" Dibujo: Jesús |
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