Dedicado a: María Esneyder, Daniel Alfredo y a mí Madre

lunes, 9 de enero de 2012

Cuento 16 Cuentos

Marzo 20 de 2011
XVI.



La pelota rueda sobre el césped. Más arriba se encuentra una pareja traviesa; sentados con sus ropas húmedas de pasión. Es domingo en la tarde y los vendedores de paletas, conos y helados aprovechan el calor que hace en el momento para vender los refrescos. Los niños se acercan entusiasmados a los carritos de colores, mientras sus dueños hacen sonar el tilín, tilín de sus campanas. El sol cae perpendicularmente sobre las cabezas de los veraneantes; vestidos de todos los colores animan el carnaval festivo. Sentados, ocultos en la sombra del árbol más grande, los amantes siguen fundidos en un solo beso, las manos descubren al otro, al desconocido, a la deseada y al deseado; se buscan en la sombra de la tarde, junto al viejo árbol de nogal. Labios humedecidos, piel temblorosa, manos inquietas. Besos luminosos que agitan el corazón. Una pareja de ancianos miran a lo lejos, se toman de las manos y se miran tiernamente. La pelota pasa a su lado, mientras una tropa de niños corre tras ella. La pelota huye de los niños. Los ancianos se encuentran. Los amantes se emparejan. Él toma sus pechos agitados; ella lo acepta. Él acaricia su vientre húmedo; ella lo desea. La pelota saltarina golpea la pierna de ella; llegan los niños por la pelota. Se van y los amantes se quedan.


Por: Jesús Rodríguez

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