VII.
El gato colgado de la cortina, salta; flexible, aferra juguetón sus garras a la tela roída y empolvada por los años, gastada por el sol de la tarde; se trepa en lo más alto para volver a bajar y volver a ascender. Luego, se tira sobre el sofá para rasgar el paño y estirar sus músculos felinos, dejando como testimonio su pelillo. Se aleja cojeando de la sala, maullando, al final del pasillo desaparece.
Por Jesús Rodríguez
sabes qué me parecería interesante? que tus escritos estuvieran ilustrados con pinturas y trabajos tuyos. Pero bacano por tus cuentos...sigo pendiente de lo nuevo que subes. Un abrazo
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