Febrero 17 de 2011
II.
Lavando la loza que quedó como testimonio de la comida, veo correr el agua jabonosa por el sifón del lavaplatos, trayendo recuerdos a la memoria olvidada por el paso de los días que jamás se detienen. El arroyuelo recorre la calle frente a la casa materna, llevando consigo todo aquello que encuentra en su camino, entre ellas la basura que, generalmente los vecinos sacan a la vía que desciende desde los barrios de la parte alta de la montaña oriental de la capital, en la temporada de lluvia; en el mes de las lluvias mil – abril – mes frio por naturaleza y el cual me llena de melancolía pueril, de aquella inmadura relación con la vida. El agua se detiene e inunda el cubículo del lavaplatos por aquellos residuos de basura que dejo la agradable cena; la escena, refleja los viejos sentimientos guardados en las habitaciones de la mente, inundada de pesadillas, tristezas, lágrimas y noches oscuras llenas de azul profundo casi negro, donde el alcohol era la solución y la mejor alternativa para ahogar las penas y los dolorosos recuerdo de la infancia, donde el hambre, la pobreza y el olvido, protagonistas y amigos; era lo mejor que le había podido pasar a la familia.
Por Jesús Rodríguez
El lavaplatos. Foto: Jesús |
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